La concejala de Turismo, Yolanda Santos, junto con la concejala de Medio Ambiente, Lourdes Andrés, el experto Juan Antonio Gómez Barrera y la agente medioambiental de Valonsadero, Esther Moreno, han visitado esta mañana las nuevas pinturas rupestres halladas en un abrigo de Valonsadero, de gran interés por su antigüedad, pero fundamentalmente excepcionales por distinguirse unas manos sobre la roca, icono que apenas se repite en ocho espacios de toda la península. Este inédito abrigo se encuentra en dirección del camino de Pedrajas y cuenta ya con un nuevo atril y panel informativo en una inversión que ha permitido sustituir todos los de la ruta para mejorar su imagen, en algunos casos deteriorada por la intemperie y los años, y renovar su información. Actualmente se cuenta con 36 estaciones pictóricas y la hoy presentada se convierte en la más reciente tras el hallazgo hace una década de las pinturas de Peña Comadres.
“Tenemos que agradecer de forma especial la colaboración del profesor Gómez-Barrera que nos ayuda de forma altruista con este trabajo, que es complicado, minucioso y que requiere mucho tiempo y esfuerzo. Nos ayuda a acercarnos a estas pinturas esquemáticas con unos panales que nos permiten entender la relevancia de lo que estamos viendo”, ha explicado la concejala de Turismo, que ha recordado que las pinturas son BIC y es uno de los recursos más demandando por los visitantes. “Quiero animar a los sorianos también a visitar este hallazgo ya que no deja de ser fascinante que en 2020 aparezca este abrigo en un monte que pensábamos que conocíamos mucho y no deparaba más secretos”, ha indicado.
Juan Antonio Gómez Barrera, por su parte, ha querido destacar la labor sobresaliente de los agentes medioambientales de Valonsadero siendo en este caso Esther Moreno quien descubrió la nueva pintura en septiembre de 2020. “Nos puede llamar la atención que en un lugar como Valonsadero haya aparecido este abrigo, pero es pequeño y seguramente ha estado cubierto de maleza y durante mucho tiempo por hollín que gracias a las lluvias se ha ido limpiando. Las pinturas se han ido regenerando”, ha explicado el profesor, quien ha recordado que el vallado de estas estaciones de arte rupestre según han ido apareciendo desde 1980 y la prohibición de hacer fuego en las últimas décadas han sido medidas importantes para poder preservarlas.
Gómez Barrera también se ha detenido en la excepcionalidad del hallazgo ya que “aparecen por primera vez las manos, tres manos. Esto no significa que pudiera haber en todo el monte más abrigos con manos, ya que desde el siglo XII se ha sacado piedra en una infinidad de canteras, pero la realidad es que en los que ahora tenemos datados no se repite este elemento”. El especialista ha recordado que hasta 1960 se extrajo piedra del valle de San Millán que se usó en la mayoría de los molinos, en el muro de La Dehesa, el Palacio de los Condes de Gómara, la cárcel, el edificio de la Subdelegación de Gobierno… Esto hace que se pudieran eliminar restos pictóricos con la extracción de rocas. Pero, estas manos, además tienen un importante valor dentro del mapa nacional. “En la península hay unas 2.000 estaciones rupestres como éstas, pero sólo en ocho hay manos dibujadas”, ha añadido.
Aunque no fue hasta 1951 cuando se pone de relieve este recurso arqueológico sí hay constancia de imágenes previas de Marino Zaforas en los años 40 de las estaciones aunque no aparecen en la cata arqueológica de Blas Taracena en 1941. Estas pinturas rupestres de Valonsadero fueron dadas a conocer una década después por Teógenes Ortego en 1951, pero en realidad fueron descubiertas por Bruno Tierno unos años antes. Juan Antonio Gómez Barrera lleva estudiándolas desde finales de los 70.
“Ahora nos tenemos que felicitar de que el monte cuente con un Ayuntamiento que lo cuida y con unos agentes que saben qué son las pinturas, que las conocen, que ayudan a preservarlas…”, ha explicado Gómez Barrera, quien también ha considerado clave actuar con rapidez ya que “se detectaron en septiembre y, en octubre, menos de un mes después, ya estaban con una verja protegidas”. El trabajo posterior se ha centrado en estudiar las pinturas para comparar con otros lugares. La imagen incluye tres manos y también un cérvido además de una representación femenina teniendo en cuenta la complejidad de interpretar estas pinturas tan esquemáticas. El abrigo también tiene como singularidad unos óxidos con formas en un lateral lo que también invita a pensar en que “el pintor o pintora de Valonsadero pintaba por algo y creemos que en este caso son esas líneas que pueden simular un río o una fuerza del aire”. Las pinturas se conservarán y con el paso del tiempo se irán conociendo más aspectos de estos tesoros.
Por último, Esther Moreno ha explicado que encontró las pinturas realizando un informe de árboles trasmochos. “Incidiendo el sol de mañana en el abrigo, me llamó la atención el color y las siluetas y realmente, el hecho de ver manos, hizo que dudara sobre las pinturas. En ese momento, hice unas fotos, se las mandé a Gómez Barrera y comenzamos con la labor de investigación que ha concluido con esta puesta en valor.
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